domingo, enero 21, 2007




Este es el Evangelio de la IIIª Domínica del Tiempo Ordinario, ciclo C del Leccionario:


+ Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.


Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:

" El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor."

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: "Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy." + Lc 1,1-4; 4,16-21




El comienzo del Evangelio de San Lucas tiene ese arranque clásico, tan diferente al mediano estilo de los otros Evangelistas, que adolecen del más cuidado y culto griego típico de los textos lucanos.
Impresiona su insistencia en conceptos que enfatizan el valor de su documento y su testimonio sobre el Señor: "...narrar ordenadamente...verificado...tal como nos lo han trasmitido...testigos oculares...después de haber investigado diligentemente...por su orden...la solidez de las enseñanzas..."

Es el Evangelio de los gentiles, quizá destinado a aquellos primeros griegos provenientes del paganismo que formaban parte de la activa Iglesia de Antioquía, probable ciudad de ese " Ilustre Teófilo" al que se dedica el texto.

A continuación, se lee la escena de la Sinagoga de Nazaret, donde el Señor se presenta, Él mismo, como protagonista y cumplimiento explícito de la profecía de Isaías que acaba de leer ante sus paisanos.

La conmoción todavía dura. Ante la proclamación de la Verdad de Cristo, Hijo de Dios Salvador entre nosotros, el mundo se resiste a creer que hoy esa palabra se está cumpliendo entre nosotros.

Entender que el Misterio ha venido a nosotros, es también creer y saber que el Misterio sigue entre nosotros y nos reclama para que participemos de su gracia.

Porque el Misterio se ha acercado a nosotros y sigue actuando su Salvación para nosotros los pobres, los humildes, los ciegos, los esclavizados: Para nosotros, a quienes se ha abierto este Tiempo de Gracia.


Es el Evangelio, su Evangelio.



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