martes, diciembre 19, 2006


Desde el día 17 de Diciembre, la litúrgia del Adviento se orienta a la preparación de la inmediata Solemnidad de la Navidad del Señor con unos particulares signos: Himnos, lecturas, antífonas...Entre estas, las antíguas y célebres antífonas delas Ferias de Adviento son un anhelante y gozoso clamor por el Mesías.
Las antífonas que preceden al Cántico del Magníficat, en Vísperas, comienzan con una "O" clamorosa y orante; a continuación, se utilizan nombres, títulos y alegorías mesiánicas del Antiguo Testamento para invocar el pronto advenimiento del Salvador:
Oh Sabiduría! Oh Adonai! Oh Raíz de Jesé! Oh Llave de Davíd! Oh Oriente! Oh Rey! Oh Emmanuel!
Son siete, una para cada día desde el 17 al 23. Cada antífona, es una invocación y una proclamación, a la vez. La piedad popular, tantas veces "profética", llamó a la Vírgen del Adviento "La Virgen de la O", asociando su misterio de maternidad virginal y expectante a la letra de las antífonas. En España, desde la más remota antigúedad cristiana, se celebró de manera particular y solemne a Nuestra Señora en esta última semana del Adviento, como adecuadas Vísperas de la Navidad.
Particularmente en Sevilla, donde la memoria de San Leandro y San Ysidoro hacen puente entre el presente y aquella lejana catolicidad hispano-visigótica, la memoria de Santa María en Adviento pervive con inusitada popularidad. Ayer, las Imágenes de la Vírgen que se titulan Esperanza, O, Expectación, estuvieron expuestas en piadosos besamanos, satisfaciendo esa "necesidad" de la fe simple de "ver y tocar" el Misterio, o su representación.
Entre las imágenes marianas que representan este misterio de la Expectación del Parto, hay algunas particularmente conmovedoras por su simple pero expresiva figuración. Son esas que representan a la Vírgen en cinta, dejando ver, por medio de algún recurso iconográfico de la pintura, la talla o el indumento, una pequeña imagen de Cristo, acunado, casi en posición fetal, en el centro del vientre de María. A veces, el receptáculo donde aparece el niño es, como la antifona, redondo y con la forma explícita de una O uncial. La mirada de la Vírgen aparece dirigida y recogida en ese punto de su cuerpo donde Dios se ha hecho Hombre.
Así se veneran en Sevilla, y en España, y por Europa entera estas iconografías que enseñaban a nuestros antepasdos el Misterio de la Vida que escogió Dios para salvarnos. Y aquellos cristianos que rezaban y creían, entendía de esta manera tan elemental y figurativa la verdad del Misterio: Que Dios se hizo Carne, se hizo Feto, se hizo Niño, se hizo Hombre, y es Cristo Jesús, nuestro Redentor, que vive Dios y Hombre.
¡Cuánta falta de esas imágenes de Vida tiene este mundo de este siglo de estos hombres...que están apostatando de la vida y su misterio!
...y del Dios Vivo y su Misterio.
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