sábado, diciembre 30, 2006




La Fiesta de la Sagrada Familia, en el Domingo infraoctava de la Navidad, quedó fijada en el Calendario Litúrgico cuando la reforma del Vaticano II. Alternando con las lecturas de los otros dos ciclos, este año corresponde el Evangelio del Niño Perdido:


+ Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando." El les dijo: "Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?" Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres. + Lc 2,41-52

Una narración completa, cerrada con ese carácterístico sumario de San Lucas; el último de los Evangelios de la Infancia del Señor.

La piedad católica revive la alegría del Hijo hallado, a la vez que se conduele con María angustiada por el Niño Perdido; en la Corona Dolorosa y en el Santo Rosario, se exponen a la meditación y se rezan esos dos particulares efectos del mismo Misterio : El dolor y el gozo. Los comentaristas, desde antiguo, ven en esta última perícopa de los Evangelios de la Infancia de Jesús una "profecía" de la Pasión, los tres días de la sepultura y la Resurrección.

Como en todos los textos de San Lucas, aunque el Patriarca José está presente y María se refiere a él en primer lugar, la acción y el diálogo se centran en la Madre. El diálogo entre la Ella y el Hijo está cargado de patetismo en su simplicidad; apenas dos frases, pero llenas de intencionalidad las dos y las dos en un grado distinto de participación en el Misterio: La queja de María encuentra en Jesús una respuesta tan incomprensible como reveladora.

El sumario "...Su Madre conservaba cuidadosamente estas cosas en su corazón..." proporciona una clave preciosa para entender la escena y todo el Evangelio.

La segunda lectura del Oficio de la Liturgia de las Horas para la Fiesta de la Sagrada Familia, es uno de los más bellos y emocionados textos de todos los del ciclo de Adviento-Navidad. Recoge un fragmento de la homilía pronunciada por el Papa Pablo VI cuando su visita a Nazareth, el 5 de Enero de 1964:

"Nazareth es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús; es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá de una manera insensible, a imitar esa vida.
Aquí; en esta escuela, comprendemos la necesidad de una disciplina espiritual, si queremos seguir las enseñanzas del Evangelio y ser discípulos de Cristo."

El texto sigue. El Papa recuerda que está de paso, como peregrino, pero que no quiere dejar Nazarteh "...sin recoger rápida, casi furtivamente, algunas enseñanzas de la lección de Nazareth." Más adelante, Pablo VI habla así: "...Silencio de Nazareth, enséñanos el recogimiento y la interioridad...", dirigiéndose, en casi mística conversación, al "Silencio Nazareno".

Si se cuentan los años, el Evangelio más largo, el Misterio de la Vida de Cristo que más duró, fué ese que se vivió en Familia y en Silencio, conservando y meditando lo vivido en el corazón.

Una necesaria lección, una verdadera profecía para aprender a ser y hacer familia en la Fiesta de la Familia.