
Catharina
Hace unos años me emocioné en el Thyssen de Madrid al contemplar a ras de suelo la colosal Santa Catalina de Alejandría del Caravaggio. También el apasionado y claroscuro genio rindió su tributo iconográfico a la Santa, y quizá fuera una de las últimas veces que un Grande del Arte se ocupara del tema; hasta el Barroco, no hubo escuela, período o nación que no dedicara un templo, una capilla, un retablo, una pintura a la Santa de Alejandría.
La Leyenda Áurea recoge la tradición narrada en una Passio del siglo IXº que era versión latina de otro relato martirial en griego, del siglo VIº-VIIº.
El consabido sumario (noble, bella,atractiva) pero con el extraño añadido de sabia: Una alejandrina frecuentadora del Museo y el Didascálion, lectora y comentadora de Platón y contemporánea de Plotino y los neoplatónicos.
Tan exquisita prenda del más refinado helenismo tardío terminó convertida al Cristianismo. El día de su Bautismo fué también el de aquel Místico Desposorio mil y mil veces representado en todas las Bellas Artes: En un trono de Ángeles, la Vírgen Madre presenta al Niño en el regazo, y el Divino Hijo pone anillo esponsal en el anular de Catalina, más sabia que nunca, esposa de la Sabiduría Increada y Encarnada.
Después, el martirio. Maximino Daia, o Maximiano, o Majencio, o el Tirano de turno en aquella opulenta Alejandría (en esto la leyenda alterna protagonistas, como buena leyenda) se embelesa por Catalina, la pretende, se despecha, la amenaza, la encarcela...y la reta a un duelo: Todos los filósofos de las escuelas de Alejandría contra la sabia y virtuosa Catalina, que vencerá sofismas y sofísticas con la gracia de la "Sapientia Christiana".
Todo se resolvió en martirio, atroz; y en esto las leyendas son tan increíbles como verdaderas. La rueda dentada con cuchillos sería uno de los atributos martiriales más famosos de toda la iconografía de los Santos, una rueda amenazante que se quiebra y se rompe apenas toca la carne vírgen de Catalina. Al fin, será degollada, y de su herida brotó leche y no sangre.
Su cuerpo Vírgen y Mártir es recogido por los Ángeles, y llevado por los aires hasta el Monte Sinaí. Los peregrinos que veneraban su sepulcro en el Monasterio al pié del Monte, contaban que la losa de piedra sudaba leche y óleo milagroso y de rico aroma.
Preciosa la leyenda y las cosas de leyenda; y creer esas leyendas, también precioso. También.
En Francia, en el XVIII de las luces, se dudó de la leyenda y se enfrió la devoción caterinista. Paradójico, pués Catalina era de las Santas que hablaban con Jeanne D'Arc, fué patrona de la Sorbona, y el gran Bossuet le dedicó unos de sus retóricos y brillantes sermones.
El olvido fué aún mayor, hasta desaparecer del Misal Romano su memoria, el 25 de Noviembre. Hoy la fecha es más conocida por el Día de Acción de Gracias americano, con su pavo y los Pilgrims patriarcales de los USA.
Yo le guardo devoción y memoria a la Santa. En la oración del viejo Misale Romanum se nombraba a la Santa, al Sinaí y a Moisés, y se aludía al traslado de su cuerpo por los Ángeles, y se pedía llegar a Cristo, verdadero Monte de Salvación.
En Belén, la Iglesia aneja a la Basílica de la Natividad, también le está dedicada a Santa Catalina, como si el mes que va del 25 de Noviembre al Día de Navidad exigiera también esa proximidad.
Con la Santa alejandrína alternaron todos los filósofos escolásticos, que veneraban a su sabia y virginal Patrona; Santo Tomás de Aquino le rezaba y le pedía pureza de cuerpo, ciencia en la mente, y virtud para el alma.
Curioso que el feminismo no la reivindíque, siendo mujer, y filósofa, y también "icono" de las artes plásticas. Será que es Virgen y es Mártir y es Santa...y eso no cabe en el pérfil de una mujer del XXIº siglo.
Bendita Santa Catalina, ruega por mí y por quienes te rueguen; danos filosofía perenne, de esa que sabe de Cruz y tiene por Maestro a Cristo y por Cátedra a una Vírgen Sedes Sapientiae.
Catharina, Amén.
p.s.La ilustración es una pintura de Bernardino Luíni, "Traslado del cuerpo de Stª Catalina por los Ángeles",h.1520, en la Pinacoteca di Brera, Milán.
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