sábado, noviembre 24, 2007

Volumus Regnare Christum !





Omnípotens sempitérne Deus, qui in dilécto Filio tuo, universórum Rege, omnia instauráre voluísti, concéde propítius, ut tota creatúra, a servitúte liberáta, tuae maiestáti desérviat ac Te sine fine colláudet.
Per Dóminum nostrum IésumChrístum Fílium Tuum, qui Tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus sancti, Deus, per omnia sáecula saeculórum.
Amen.

4 Comments:

Blogger Morgenrot said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

12:18 a. m.  
Blogger Aristóteles said...

¡Viva Cristo Rey!

Dios nos bendiga.

12:43 a. m.  
Blogger Mendrugo said...

Con tu venia, Terzio. Como en este blog van tan espaciados los artículos, espero que no sea extemporáneo comentar éste un año después. Hemos vuelto a celebrar la fiesta de Cristo Rey y entrado en el Adviento, así que estamos en ambiente de Adveniat Regnum Tuum. Mientras los enemigos de Cristo parece que llevan las de ganar. La lectura de Isaías del primer domingo vuelve a expresar nuestra urgencia: «¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!». Y el salmo: «Despierta tu poder y ven a salvarnos […]. Ven a visitar tu viña». De aquí, divagando, volvemos a Isaías (cap. V). Y para nuestra decepción, una de las maldiciones que siguen al poema de la viña dice así: «Ay de los que dicen que se apresure, que haga pronto su obra para que la veamos, que se acerque y llegue el designio del Santo de Israel, que podamos verlo». Quisiéramos que Cristo viniese en todo su poder a reinar sobre el mundo, y que llegase ya. Pero parece que los planes de Dios son otros. No es que se remita al futuro. Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat. La Iglesia conjuga estos verbos en presente porque Cristo está reinando ya. Pero a su manera: “a ligno”. Yo me esperaba otra cosa. Como Sus contemporáneos, que esperaban otra clase de Mesías. Santiago y Juan proponen: «¿Quieres que mandemos bajar fuego del cielo y los consuma?». Y hasta el Bautista, preso en Maqueronte, se extraña de cómo va la misión de Jesús y manda a preguntarle si es Él el que ha de venir o esperamos a otro. El Señor, al contestarle, proclama una bienaventuranza. (Todos hemos aprendido las doce bienaventuranzas, pero ésta no es de ese número. No haré el chiste fácil de que la supernumeraria es la madre de las doce). «Bienaventurado el que no se escandaliza de mí» (Mt 11,6; Lc 7,23). La forma en que Cristo ejerce su reinado puede decepcionarnos, escandalizarnos. Hay que rendir el juicio humano. Él reina mediante sus mártires.

2:10 p. m.  
Blogger Mendrugo said...

Perdón. He puesto "doce Bieneventuranzas" (y son ocho).
"Es que ese día falté a Catequesis". (Esto dice un amigo mío cuando le afean que se salte tal o cual Mandamiento).

3:00 p. m.  

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