domingo, enero 28, 2007




El Evangelio del IVº Domingo Ordinario, Ciclo C, es la continuación de la escena de Jesús en la Sinagoga de Nazaret:


+ Comenzó, pues, a decirles: "Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy." Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: "¿No es éste el hijo de José?"

Él les dijo: "Seguramente me vais a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria." Y añadió: "En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria." "Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio."

Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó. + Lc 4, 21-30


La expectación de la gente de Nazaret se vuelve una prueba; Jesús, sometido a exámen, prueba la falta de fe de los de su pueblo. La resistencia de Cristo al milagro esperado, desencadena una reacción violenta contra Él, hasta el punto de vérsele conducido al precipicio por el que querian despeñarle.

En los Evangelios que narran la vida Pública del Señor, se reiteran las escenas en las que, ante la petición de un milagro, Cristo se niega a concederlo. El milagro que Cristo hace siempre viene precedido por la fe; el milagro que Dios concede no es la consecuencia de un desafío, sino el efecto de una fe viva.

El primero que desafía a Cristo con la prueba de un milagro es Satanás, en la tentación del desierto: " Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan". (cfr. Lc 4, 1-13)

La primera que recibe el don del milagro porque cree, es la Vírgen Madre en Caná: "Haced lo que Él diga..." (Jn 2, 5) ; por eso a ella se la bendice por la fe: "...Bienaventurada tú que has creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá..." (Lc 1, 45); en cambio, la insinuación diabólica se rechaza y corrige terminante: " Está escrito: No tentarás al Señor tu Dios " (Lc 4, 12).

Dios no tiene que probar ante los hombres que es Dios: somos los hombres los que tenemos que creer en Él y aceptar la fe como gracia redentora y vivir en consecuencia.

El Evangelio de Jesús en Nazaret se cierra con esa frase desazonante y triste: "Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó"...Triste porque el pueblo donde vivió treinta años, no descubrió al Dios oculto que vivía humilde entre ellos, pero expectó en vano un milagro sin tener fe.


#

domingo, enero 21, 2007




Este es el Evangelio de la IIIª Domínica del Tiempo Ordinario, ciclo C del Leccionario:


+ Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.


Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:

" El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor."

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: "Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy." + Lc 1,1-4; 4,16-21




El comienzo del Evangelio de San Lucas tiene ese arranque clásico, tan diferente al mediano estilo de los otros Evangelistas, que adolecen del más cuidado y culto griego típico de los textos lucanos.
Impresiona su insistencia en conceptos que enfatizan el valor de su documento y su testimonio sobre el Señor: "...narrar ordenadamente...verificado...tal como nos lo han trasmitido...testigos oculares...después de haber investigado diligentemente...por su orden...la solidez de las enseñanzas..."

Es el Evangelio de los gentiles, quizá destinado a aquellos primeros griegos provenientes del paganismo que formaban parte de la activa Iglesia de Antioquía, probable ciudad de ese " Ilustre Teófilo" al que se dedica el texto.

A continuación, se lee la escena de la Sinagoga de Nazaret, donde el Señor se presenta, Él mismo, como protagonista y cumplimiento explícito de la profecía de Isaías que acaba de leer ante sus paisanos.

La conmoción todavía dura. Ante la proclamación de la Verdad de Cristo, Hijo de Dios Salvador entre nosotros, el mundo se resiste a creer que hoy esa palabra se está cumpliendo entre nosotros.

Entender que el Misterio ha venido a nosotros, es también creer y saber que el Misterio sigue entre nosotros y nos reclama para que participemos de su gracia.

Porque el Misterio se ha acercado a nosotros y sigue actuando su Salvación para nosotros los pobres, los humildes, los ciegos, los esclavizados: Para nosotros, a quienes se ha abierto este Tiempo de Gracia.


Es el Evangelio, su Evangelio.



#

sábado, enero 13, 2007




La pasada Solemnidad de Epifanía y la Fiesta del Bautismo del Señor tienen una extensión en el Evangelio de las Bodas de Caná que se lee en la Misa de esta IIª Domínica del Tiempo Ordinario:


+ Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen vino." Jesús le responde: "¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora." Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él os diga." Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba. "Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala." Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: "Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora." Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos. + Jn 2,1-11


Las antífonas de la Epifanía reúnen en un mismo Misterio la Adoración de los Magos, el Bautismo en el Jordán y el Milagro de Caná, como explicitación en tres momentos-escenas-misterios de la manifestación de Cristo al mundo.


La narración joánica parece que centra toda la acción en el diálogo entre la Madre y su Hijo Jesús, sirviendo de plano referencial la boda e incluso la conclusión de la escena en el milagro. Esta aparente y primaria simplicidad, se enriquece al relacionar el texto con el resto del Corpus Ioanneum:

- La manifestación del poder de Jesús se realiza a costa de una explícita y firme fe.

- La siguiente escena en la que aparece la Madre junto a Jesús será en el Stabat Mater, siendo llamada también como "mujer".

- El milagro del agua y el vino contiene referencias sacramentales; la consumación del hecho en un banquete, también.

- Los temas de la boda, el banquete y la presencia de Cristo volverán más tarde en el Apocalipsis (también en las parábolas de los Sinópticos).

Particularmente, recalco:

- La fe explícita de la Madre, que consigue como respuesta el estupendo y superabundante milagro.

- Ningún otro presonaje de los Evangelios - ni hombre ni mujer - se dirige a Jesús con la determinación imperante de María, su Madre.

- La manifestación del poder de Jesús a instancia de la fe activada por la premura de una atenta caridad.

- La necesidad del testimonio de fe para robustecer o suscitar la fe de los dubitantes o infieles.

- Los diferentes grados de participación en el Misterio y el Milagro: Cristo-María-novios-sirvientes-maestresala-Discípulos : Cada uno actúa y/o recibe según lo que es cada cual.


Y un breve corolario: Para ser testigos y beneficiarios del milagro, hay que estar en el banquete de bodas; ni el que no estuvo ni el que se fue probaron el excelente y milagroso vino de Caná.


#